sábado, 2 de febrero de 2008

Julio comienza en Julio (novela y película)

PODER Y CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO

INTRODUCCIÓN

La novela de Gustavo Frías nos relata las costumbres y creencias de la sociedad latifundista en Chile a comienzos de siglo XX. Para esto el autor utiliza las vivencias rememoradas de un jubilado, aspirante a novelista, que nos relata los hechos que le tocaron vivir en torno a los días de la celebración de sus 15 años.

Sobre estos acontecimientos se van asomando su condición histórica, social y familiar que permiten ir reconociendo una identidad chilena. Todo esto bajo un matiz de una aguda visión sensible del protagonista, que nos relata sus vivencias por medio de una palabra escrita que se va transformando, junto con los diálogos en una descripción sensorial de olores, sabores y sonidos.

Silvio Caiozzi realiza una cinta cinematográfica de esta novela, con un guión escrito por el propio Gustavo Frías. De ésta el director extrae principalmente el tema referido a la estructura de autoridad presente, conformado por Julio padre como líder, el joven Julio como heredero, la abuela como antecesora, sus inquilinos y prostitutas como súbditos, sus pariente y amigos como aliados y la iglesia católica como enemigo. De forma complementaria se va mostrando la vida del campesino con sus creencias míticas, su escala de valores y manera de enfrentar la vida.

La entrega de la narración de la historia se hace principalmente en base al audio, conformado por los diálogos de los personajes, los ruidos y la música. Las imágenes, además de complementar esta historia van a entregarnos, en la mayoría de los casos el parecer del director respecto de los temas que se tratan.

EL CENTRO DE LA NARRACIÓN

Si buscamos en la novela y en la cinta, encontraremos una misma historia junto con un sin números de similitudes, llegando a veces hasta a compartir los mismo diálogos, sin embargo, al mismo tiempo nos encontramos con importantes diferencias entre ambas obras, dentro las cuales la más importante es la del centro o punto de vista que se utiliza para realizar la narración. Esta discrepancia no es sutil desde el momento en que en ella se deja ver la intencionalidad del autor, la intencionalidad del mensaje de ambas obras. Llegando a poder presumir que se trata de dos opiniones distintas sobre un mismo tema, puntos de vistas que no se oponen, ni se complementan, sino que tan sólo se entrecruzan.

La novela
En la novela Julio nos habla, nos relata lo que significo para él su paso de niño a joven, de las decisiones a las cuales se vio enfrentado, situaciones que correspondían no sólo a las que debe pasar un niño común, sino a uno en que sus antepasados le pesan, su historia nacional y familiar parece apoderarse de su destino. El no es cualquier persona, él es un García del Castaño, único heredero de una tradición y de una fortuna, que a la par de sus beneficios trae consigo ciertas responsabilidades y sin sabores que la vida le antepone.

Gustavo Frías nos presenta el mundo de este joven de una manera muy pausada, en forma de espiral nos va internando en sus espacios, en sus territorios, en sus maestros, en sus temores, y sobre todo en su soledad, su gran compañera. Por medio del relato vamos conociendo a un ser sensible, en que su medio de comunicación son los sentidos: Julio escucha a su abuela, huele a su tía, y observa a su padre.

En contraposición a él se encuentra su progenitor, el cual siguiendo la tradición familiar como patrón de fundo es el que implanta el orden en su hacienda de manera autoritaria. Junto a esta responsabilidad heredada lo acompaña su especial carácter, que lo hace revelarse a ciertos dictámenes de sus antecesores que no esta dispuesto a respetar dado su inmenso ego.

Al igual que Julio, en la casona habitan otros seres con mundo propio de los cuales aprende de la vida pero además comparten el peso del aislamiento. Su tía Ignacia con su autoenclaustramiento lo sumerge en otros mundos, en otras culturas; Maturana, resignado a la labor de profesor, le entrega su amistad en medio de tanto conocimiento compartiendo con él el contacto con la naturaleza.

Estos personajes consiguen hacer que Julio comparta con ellos una porción de su verdadera naturaleza, logrando por momentos aplacar su soledad y mostrarle alternativas de vida en contraste a la que le presenta su distante padre, la de una autoridad de poder de tradición familiar.

La imagen de ellos junto a la de Ño Pedro, su maestro de caza y Teresa su criada, representan una red de apoyo, de acompañamiento que le permiten soportar el encarcelamiento en ese espacio que le es tan ajeno, sobre el que pesa una ausencia de madre y de hermanos.

Como vemos en la novela de Frías todo gira en torno a Julio, en primera instancia es nuestro narrador, a través de él conocemos a este sensible adolescente en pleno camino a ser adulto. Pero por otra parte Julio como adolescente es un sujeto en formación, en una búsqueda de saber quien es verdaderamente y en que se convertirá. Se cuestiona a través de la mirada hacia los modelos que lo rodean, respecto a su funcionamiento, su relación con el resto y sobre todo su identificación con ellos.

Pero nos encontramos con que ninguno de los modelos de vida que rondan a Julio lo logra entusiasmar, ninguno calza completamente con sus intereses; al momento de elegir un refugio prefiere busca la soledad contemplando el cuadro de María Magdalena o galopando a galope tendido. No se reconoce en nadie, ni siquiera en sus antepasados, ni en su padre el cual parecer ser un desconocido que además representa un papel que él no aprueba. Esto lo hace tomar una decisión, él no será como ellos.

Por eso es que la llegada de María le impacta tanto, ella le permite aflorar una veta sexual-romántica que va ha llenar por un tiempo el vacío de su existencia. Él nos dice “El tiempo se me hacía infinito en el mundo sin límites que es la presencia de una mujer…” con ella las fronteras se rompen y los barrotes se caen. El viaje de su padre le permite compartir más con ella y vivir esa libertad tan esperada, Julio descubre que es capaz de reconocerse a él mismo por el camino de la sexualidad, tal como lo menciona Foucalt en El Sujeto y el Poder.

Transforma de tal manera su vida que logra comenzar a contestar una de las más importantes de sus interrogantes respecto de la religión a seguir, y con ella la moral que la rige. Nuevamente deshecha los modelos que se le presentan, su abuela con su férreo catolicismo, Teresa con sus creencias populares, Maturada con su intelectualismo, su tía Ignacia con su esoterismo y su padre con un creencia propia centrada en él y en su descendencia. Julio logra descubrir, a propósito de esta relación que entabla con María, su espiritualidad y con ella reconocerse como ser inmortal; situación que lo marcará por resto de su vida.

La cinta
Sin embargo Caiozzi toma otra opción, hace que la cinta gire en torno al padre, al poder y su relación con los otros, los límites, los objetos, el tiempo. Esto no quiere decir que en la novela no estén presentes esto temas, todo lo contrario, sino que las limitaciones que significa una narración cinematográfica obligan a hacer una selección de algunos hechos, que como en este caso pueden no corresponder necesariamente a toda la estructura principal de la novela. Casa que en Palomita Blanca Raúl Ruiz logra magistralmente traspasando por completo la novela de Lafourcade a la cinta, sin el desmedro de colocar su personal acento.

La mayoría de la narración se realiza a partir de un narrador omnisciente, el cual relata la vida de una familia dueña de fundo, constituida principalmente por un Padre autoritario, un hijo adolescente, una abuela enferma, algunos empleados y unos numerosos inquilinos. Los rodean familiares y amigos que los visitan y opinan de sus vidas.

El personaje de su aliada tía Ignacia de la novela, es eliminado en la cinta y con eso el modelo que representa, aún que su papel de acogedora es de cierta manera recogido por el personaje de Teresa, la criada. Esto último se ve en la intimidad que comparten en la escena del baño de Julio antes de la cena de celebración de su cumpleaños, para esto fue necesario agregar esta escena que no aparece en la novela, para permitir crear un mayor laso de complicidad entre ambos personajes, sustituyendo a la tía en ese aspecto.

Por otra parte la participación del personaje del profesor Maturana es limitada y pierde presencia en cuanto a su relación con Julio. En la novela vemos que entre ellos se establece una amistad más allá que la de maestro y discípulo, en cambio en la cinta se reduce a una relación de particular enfrentamiento con Julio padre prestándose incluso para la humillación y con esto presentar el desprecio de la autoridad hacia lo intelectual.

Estas modificaciones eliminan por completo dos de las importantes opciones de modelos de vida a seguir por Julio, dejando casi como única opción a copiar por el joven la de su padre, Don Julio. Una identidad de autoridad que no termina de convencer aun silencioso Julio, que acatar las ordenes del padre sin reclamar pero al mismo tiempo mostrando una cierta indiferencia, que llega a ratos a molestar.

Una vez leída la novela podemos encontrar en la actitud de este personaje fílmico el reflejo de quietud y estancamiento que nos menciona Julio en la novela, pero Caiozzi corre el riesgo que con sólo una lectura cinematográfica deje fuera por momentos la presencia de Julio con su extremo silencio. Esto debido a lo antes mencionado, en esta cinta la palabra es acción y por tanto las escenas con escasos o ausentes dialogo del joven Julio hacen que éste a ratos se diluya en el decorado.


EL MODELO A SEGUIR Y SU ENFRENTAMIENTO

El modelo de identidad que el padre le entrega coincide con uno de autoridad, en que el poder se ejerce por dos canales, uno el que tienen relación con la posición social que le tocan vivir de patrón de fundo, herencia de propiedades y fortuna, complementado con su carácter fuerte, autoritario, déspota y egocéntrico de este personaje.

Para que el poder de una autoridad sea ejercida tiene que haber personas sobre cual ejecutarla, en este caso los inquilinos y empleados se encuentran en una primera línea. Tal como lo menciona Foucalt en El Sujeto y el Poder, ellos no renuncian a su libertad sino que depositan en su patrón ciertos derechos. Ellos dentro de su precariedad no son capaces de tomar sus propias decisiones y necesitan que Don Julio las tomen por ellos, en lo que dice relacionan con lo laboral y en algunos casos también con lo familiar.

Ellos son capaces de ejecutar las órdenes más descabelladas de su patrón sin cuestionarlas ni cuestionarse, lo obedecen ciegamente. Corren las cercas del fundo disfrazados en forma ilegal, están dispuestos a maltratar al profesor y a construir capillas los días domingos con sólo una indicación de su patrón. Antes le fueron leales a Misia Lucrecia pero se encuentra muy enferma, por lo que reciben las ordenes de su hijo Don Julio.

En una segunda línea de lealtades se encuentran las prostitutas, claro que su dependencia tienen más que ver con el dinero, pero de cierta manera ellas están dispuestas a hacer lo que Don Julio les mande aún no estando muy de acuerdo con su proceder. La relación de Julio con su padre es bastantes similar a ellas, el joven depende de los ingresos que su padre le de para subsistir, por lo que abandonarlo o revelarse no esta dentro de sus planes.

Sus amigos y parientes no pueden evitar rendirle cierta pleitesía debido más a la amenaza que puede representar para ellos enfrentársele que al cariño que le tienen.
Con algunos realiza acuerdos comerciales que van en beneficio de ambas partes. Algo similar se presenta con respecto a su gran enemigo la iglesia católica, con la que logra negociar la devolución de ciertos terrenos a cambio de la construcción de capillas.

Su repudio hacia la entidad eclesiástica no nace solamente por una falta de fe, sino que lo acompaña una rebeldía que presenta frente a sus antecesoras. Reniega de su abuela por haber donado las tierras a los curas y desafía a su madre enferma realizando fiestas con prostitutas en la casa patronal, ante la presencia de monjas que la cuidan.

A pesar de que la historia nos muestra el enfrentamiento de Julio hijo con Julio padre, lo que desembocaría en un posible cambio de la historia de herencia patronal, al observar con detención vemos que Don Julio ya ha comenzado a realizar este cambio, tal vez de la forma menos adecuada basándose en una escala de valores bastante cuestionada, pero la rebeldía ante la continuación de esa forma de vida ya se ve aparecer desde una generación más anterior que el joven Julio.

Eso parece ser lo que hace gatillar al adolescente sus cuestionamiento ante las ordenes de su padre a seguir su camino, ve que él no ha sido leal con los deseos de su abuela, no ha sido capaz de respetar el reposo de su propia madre en los últimos días y no guarda el más mínimo respeto a la imagen de sus antepasados en los cuadros.

Pero una vez que conoce a María su vida cambia por completo y a ratos, en la ausencia de su padre prueba comportarse como él, tal como vemos al tratarla rudamente en el Burdel, se comporta ruinmente tal como él trataría a una prostituta. Julio se encuentra probando las distintas envestiduras de su modelo, pero eso le dura sólo un tiempo porque él no es así. Cambia su proceder y se permite vivir libremente su romance, pero sin dejar de tomarle el gusto a ser considerado el patrón de la casa, comenzando a imaginarse en el puesto de su padre con el poder de cambiar las cosas a su parecer.

Pero la sorpresa aparece cuando su progenitor vuelve y lo hace caer a tierra en sus sueños, demostrándole que la posesión del poder trae consigo una vida llena de soledad y aislamiento, que a él le ha tocado vivir en carne propia.

La cinta a diferencia de la novela nos entrega un final bastante más abierto. Las últimas escenas nos muestras un Julio completamente destrozado al vivir la decepción amorosa de su primer amor que le había cambiado la vida y a su padre dándole una lección de vida de la forma más cruel y dura. Que decide hacer de su vida futura dependerá de la imagen que nos hemos hecho de la relación entre padre e hijo, pero por sobre todo las diferencia que existen entre ellos. Eso nos permitirá saber si esta situación traumática podrá restituir su relación o la romperá para siempre.

La novela, con la presencia de una variedad de modelos, le permite a Julio una mayor libertad y por tanto una mayor posibilidad a no seguir el modelo del padre. A través del contacto con su tía Ignacia y el profesor Maturana se nos ha permitido conocer la naturaleza de Julio, bastante distinta que la de su padre. Por tanto esta breve cercanía que logra tener con él se puede entender que fácilmente se haya roto con esta fatídica traición.

La cinta en cambio al mostrarnos un Julio entregado a las ordenes de su padre, nos permite considerara la posibilidad de que Julio hijo pueda con el tiempo perdonarlo y comprender que su accionar se debió al cumplimiento de su deber de padre. Sin embargo en una segunda lectura vemos la evolución desde su inicial y continua inmovilidad, contrastada con la movilidad con que termina en ese galope al viento con un desgarrador grito que nace de sus entrañas, permite indicarnos que este Julio ya no es el mismo luego de María y ya no será el mismo luego de esta traición.

LA RELACIÓN CON EL ESPACIO

En la novela, desde el comienzo nos muestra la relación de Julio con el espacio, aquel espacio que lo atormenta, y a través de ésta se nos va mostrando no sólo lo que se siente ante el mundo, sino la precariedad de su vida llena de ausencias de madre, hermanos, abuela, amigos.

Desde las primeras líneas nos comienza a describir la construcción que habita, nombrándonos todos los seres que se encuentran en ella, donde curiosamente las personas y los objetos por igual tienen vida, una vida independiente pero al mismo tiempo común en su tormento de compartir el encierro, esa cárcel de la cual no pueden salir, no se pueden liberar.

Este espacio lleno de objetos, se encuentra muy lejos de la naturaleza, pero no por eso no se encuentra animado, constantemente amenazando la tranquilidad del lugar. Con esto dos conceptos uno puede reconocer una cierta identidad, por un lado la característica de aislamiento que tiene nuestro país y por otra la vivas creencias populares respecto a lo desconocido, a lo misterioso.

En la cinta este encierro se encuentra presente a través del lenguaje que le es propio al cine, las imágenes. Una gran parte de los planos utilizados corresponden a planos cerrados en que no se nos permite ver más allá de donde ocurre la acción o incluso llegando a cerrarse de tal manera que parte de la acción queda fuera de pantalla.

Esto permite hacer de la historia algo bastante más íntimo que una narración costumbrista, ya que finalmente cuenta que vemos con suficiente tiempo el fundo, la casona, los decorados ni siquiera las vestimentas utilizadas, en cambio si conocemos las emociones por medio de las expresiones de los distintos personajes. Indirectamente esta cercanía permite recordarnos un formato televisivo, prestándose por cierto a la distribución de la cinta por este medio.

EL ACENTO DE LOS AUTORES

Finalmente de ambas obras podemos mencionar que se diferencian, como naturalmente se esperaría, en el acento del tema que ponen ambos creadores.

Gustavo Frías utiliza una contraposición de lo femenino con los masculino en forma constante, o si bien podríamos decir de lo sensible versus lo racionar. Se trata de la historia de un joven adolescente con visión de la vida por medio de sus sentidos que se encuentran bastante exacerbados, cuyo padre y único miembro de su familia cree tener el mundo a sus pies y bajo el dominio de sus decisiones.
Silvio Caiozzi, por su parte nos muestra un ejemplo de abuso del poder en que nada bueno trae, pero al mismo tiempo todos compartimos la complicidad de validar la situación con nuestra inmovilidad y encierro. Llama la atención los números obstáculos se cruzan frente a la cámara en la mayoría de las escenas, no permitiendo realizar una filmación limpia de la acción. Esto lleva en forma indirecta a una inquietud constante por parte del espectador, que permitía leerse como una intromisión de la cámara sobre un lugar donde no debería estar o la molestia del director ante los hechos (al ensuciar la imagen), o tal vez a ambas cosas a la vez.