martes, 11 de septiembre de 2007

Comentario: Carpe Diem, Rubem Fonseca



M.Carolina García A.

El texto parece tratar más bien de cine que sobre una historia sobre un hombre y una mujer, o aún más, sobre una vida aburguesada en un Brasil contemporáneo. Comienza y termina con la misma pregunta “¿Cómo sería el mundo si el cine no existiera?” y el otro contesta “Horrible”. Vale la pena preguntarse entonces ¿Realmente existió este romance o se lo inventaron este par de fanáticos del cine? Finalmente, ¿Será qué el autor nos quiere plantear que la vida es el cine, y qué el cine es la vida?

Lo que es claro es que es imposible realizar un análisis dejando de lado la influencia del cine en este relato. Se plantea la pregunta acerca de qué nos queda de espontáneo en nuestras vidas, en este mundo influenciado por los medios que pretenden representar la vida de otros, y de los cuales tomamos como modelos. Lo que es definitivo es que ellos viven una fantasía, la de ser unos asesinos, y a partir de ahí se nos permite abrir la duda acerca de si toda su historia es real o una ficción creada por ambos personajes.

Ella le dice repedidamente “Cásate conmigo de verdad” con los ojos bizcos abiertos, al estar ella ya casada en esta frase manifiesta la necesidad de crear un otro mundo en que la verdad sea la que ellos determinen: marido, mujer, asesinos. Pero es una realidad que se crea sólo en estos encuentros y que desaparece cuando se separan, y cuya duración es la misma que las cintas que iban a ver juntos al comienzo de la relación. Ambos no quieren ver la realidad tal como es, ella no quiere quedar bizca, no quiere perder la perspectiva, pero cuando esta con él se lo permite.

El narrador comienza con una tercera persona omnisciente intercalada con algunos diálogos, para luego ir transformándose en un relato en que predomina la primera persona, ya sea en los diálogos o en las cartas. Este cambio obliga a que el lector preste una atención mayor que lo habitual lo que peligra su entendimiento. Fonseca parece querer jugar con la literatura asemejándola a un guión cinematográfico, pero olvidando que se trata de dos lenguajes muy diferentes.

Entre línea podemos ver a Borges diciéndonos una vez más que la Historia se escribe antes que se viva. Que la influencia de las narraciones previas, en este caso del cine, son vitales para ir escribiendo el texto dramático de la propia vida.

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